Actualmente existe una presión excesiva para desarrollar en los niños la dimensión intelectual: enseñar matemáticas, escritura y lectura, lenguas extranjeras, computación.
Esto es un error, pues al forzar el aprendizaje intelectual hay muchos niños que rechazan esta actividad por no sentirse preparados. De hecho tenemos niños que están totalmente invadidos por sus emociones y si no las pueden representar, menos aún van a acceder a un mundo intelectual y abstracto que es casi inaccesible para ellos.
¿Qué necesita un niño para acceder de manera gozosa y significativa a la dimensión intelectual, al mundo de lectoescritura y a las matemáticas?
Lo que debe establecerse es: la seguridad emocional, la implicación en diferentes acciones corporales, y el disfrute de la comunicación. Estos procesos son parte del ejercicio, por parte del niño, de la función simbólica, de la capacidad de representación, que es el rasgo característico de la actividad lúdica.
Cuando el niño juega puede decirse a sí mismo sus emociones, expresar y procesar su historia, tiene la función de favorecer la seguridad emocional y el entendimiento de sí mismo y el mundo que le rodea. Por eso los niños se sienten muy frustrados cuando se les interrumpe cuando juegan.
Cuidemos los adultos la necesidad de jugar por parte de los niños como cuidamos la alimentación e higiene.
José de Jesús Ochoa Tabares.